“Hermano de un príncipe y compañero de un mendigo, con tal de que sea digno". Con esta cita de origen incierto empieza El hombre que pudo reinar, un relato publicado por Rudyard Kipling en 1888. Aunque alabado por otros escritores (entre ellos, gente tan dispar como H. G. Wells y T. S. Eliot) y moderadamente popular, esta historia podría haber pasado a la historia como una obra menor del autor de El libro de la selva... si no se hubiera convertido en una cumbre del cine.
Obsesionado con la historia desde que era un niño, John Huston pasó dos décadas tratando de adaptarla al cine. Algo que finalmente consiguió en 1975... y que le salió bien, como puedes comprobar en RTVE Play hasta el 4 de noviembre.
Caine y Connery: dos truhanes 'bigger than life'
Como suele ocurrir con las buenas historias de aventuras, la premisa de El hombre que pudo reinar linda con lo disparatado. El filme nos invita a seguir a Peachy Carnahan y Danny Dravot, dos veteranos del ejército británico en India, decididos a conquistar ellos solos el mítico Kafiristán, un territorio legendario e inexplorado desde los días de Alejandro Magno.
Durante sus 129 minutos, la historia se convierte en una lección del disparate épico en la que caben los paisajes apabullantes (el rodaje tuvo lugar en Marruecos, Francia y los legendarios estudios Pinewood), las partidas de polo jugadas con cabezas humanas, las meadas río abajo como desafío al enemigo y la simbología masónica. Pero, sin el carisma de los dos antihéroes, sus peripecias no nos atraparían igual.
De ahí que una de las mayores preocupaciones de John Huston fuera encontrar una pareja de actores a la altura. Durante sus primeras tentativas, el autor de El halcón maltés quiso contar con Humphrey Bogart y Clark Gable, una idea que mandó al traste la muerte del primero en 1957. Después, Huston pensó en Kirk Douglas y Burt Lancaster, para después sondear al dúo más taquillero del cine de los 70: Paul Newman y Robert Redford.
Cuando el director le propuso la idea, sin embargo, Newman tuvo el honroso gesto de responder que ni él ni su colega de Dos hombres y un destino eran los hombres adecuados: Peachy y Danny eran dos personajes tan rematadamente british que necesitaban intérpretes de esa nacionalidad. Y ¿qué actores han representado mejor cierta esencia de lo británico que Michael Caine y Sean Connery?
De esta manera, el actor de La huella y el rostro más legendario de James Bond se embarcaron en este viaje a la gloria. Una decisión acertada, porque hoy El hombre que pudo reinar se considera uno de los mejores trabajos de sus filmografías. Connery y Caine se portaron tanto delante como detrás de las cámaras, porque insistieron en que sus compañeros de reparto (especialmente Saeed Jaffrey) recibieran un trato digno.
Un hito del cine de aventuras
Aunque El hombre que pudo reinar no fue un superéxito de taquilla, sí disfrutó de una recepción entusiasta por parte de la crítica, hasta el punto de que llegó a aclamársela como la mejor película de John Huston desde 'La reina de África' (1951). Además, recibió cuatro nominaciones a los Oscar, incluyendo Mejor guion adaptado.
Pero la huella de la película fue mucho más allá. Con su combinación de paisajes exóticos, ocultismo y misterios del pasado, no es difícil considerarla una premonición de aquello que George Lucas y Steven Spielberg nos ofrecerían a partir de 1981 con las aventuras de Indiana Jones. De hecho, una de las escenas cumbre de la película les resultará muy familiar a quienes recuerden el clímax de Indiana Jones y el templo maldito, con su puente colgante.
Con la cámara en manos de un maestro, un guion lleno de risas y de espantos y esos protagonistas que rompen los medidores de carisma, El hombre que pudo reinar es una experiencia inolvidable para aquellos espectadores que han tenido la suerte de verla. Y, si aún no te cuentas entre esos afortunados, esta puede ser tu ocasión para emprender el camino hacia Kafiristán en compañía de dos leyendas.
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